Agítese antes de usar

José Carlos Llop

I.Si el burkini se hubiera puesto de moda en 1900, no habría pasado absolutamente nada porque la sintonía entre las dos culturas hubiera sido, en este asunto, total. Entonces los hombres y mujeres de Occidente se bañaban por separado en distintas zonas de la playa y el traje de baño femenino se parecía muchísimo más a un burkini islámico que a un, ya no digo bikini sino traje de baño de los actuales. Pero con el burkini nos hemos vuelto un poco más locos aún, por si no bastara. Si pensamos en los años 70 en España, ir a bañarse desnudos durante el día la noche era otra cosa podía costarte algún insulto, o que apareciera la pareja de la Guardia Civil y te obligara, cuanto menos, a vestirte. Por eso a cualquiera de mi generación ha de chocarle bastante ver a una pareja de gendarmes llevándose a una mujer vestida de burkini en una playa francesa y ha de recordarle, instantáneamente, su contrario. Antes se insultaba o detenía a los desnudos, ahora se insulta en Córcega hubo hasta puñetazos y aparta a los excesivamente vestidos. Hablo al margen de los símbolos; es decir, desde la relación con el propio cuerpo, que es el símbolo superior y algo que nos ocupa la mayor parte de la vida: desde su origen hasta su fin. Y la subversión, o la transgresión, parece que esté ahora en la ropa, cuando todos sabemos que no es, exactamente, así. Por mucho que esa ropa concreta sea una especie de bandera en contra de los valores que nuestra sociedad defiende. Lo mismo no es certeza, sino sospecha que prohibirla.

II. Creo que hoy, domingo, beatifican a la madre Teresa de Calcuta, tan criticada por el cómodamente feroz Christopher Hitchens, que le dedicó un ruin opúsculo, a sabiendas de que ella no iba a defenderse, no iba a perder el tiempo haciéndolo, quiero decir, y es más que probable, además, que no lo leyera nunca. Hitchens fue contestado por Simon Leys en The New York Review of Books, de manera tan firme como intelectualmente impecable (ver Breviario de saberes inútiles, recién editado por Acantilado). Leys al que a veces le pierde la rigidez malhumorada del solitario que sabe que tiene razón tenía mucha experiencia en navegar contra la corriente del mundo, ya saben, el peor enemigo del alma. Como la tenía Albert Camus. Hoy, pues, que beatifican a una mujer que pasó por la vida haciendo el bien, recordar estas palabras de Simon Leys y aplicarlas donde sea necesario: ‘En todos los campos de la actividad humana, el talento inspirado es una ofensa insoportable a la mediocridad. Si esto es cierto en el reino de la estética, en el de la ética lo es aún más. La belleza moral parece exasperar más que la belleza estética a nuestra patética especie. La necesidad de rebajar a nuestro miserable nivel, de desfigurar, de ridiculizar y de desacreditar cualquier esplendor que se eleve por encima de nosotros, probablemente sea el impulso más deplorable de la naturaleza humana’.

III. Los escritos de los que van a ser ajusticiados es decir, asesinados por cuestiones políticas, suelen ser muy superiores a la conducta de todos los que en ese mismo momento están a salvo. Ya no digamos a la burda ingeniería leguleya que los condena. En esos escritos frente a la muerte inmediata suelen figurar el perdón y la ausencia de rencor. Todo lo que no figura, en fin, en la sentencia que ha de llevarles al paredón de fusilamiento. No deja de ser una equidistancia algo diabólica. Más aún porque esas personas que esperan su trágico final, no hacen Historia en aquel instante, sino que son arrollados por la Historia. Pero esto sólo ocurre en ese momento preciso y en sus sombras posteriores, porque cuando pasa el tiempo cuando el tiempo ya no cuenta, ellos sobrepasan la Historia, traspasándola con sus palabras y aparcándola en el lado de la miseria. Lo pensaba la mañana del miércoles en el homenaje a Tano Jaume impecables su nieto Alejandro y su sobrino-bisnieto Andreu en Bellver, donde estuvo preso antes de que lo fusilaran y se ha dado ahora su nombre a la pequeña biblioteca dedicada al castillo. El mismo castillo y bosque que Tano Jaume, en sus tiempos de diputado, hizo que siendo propiedad del Estado, revirtiera en la ciudad de Palma.

Publicado en Diario de Mallorca

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